Habría sido un buen pintor, pero se “quedó” en revolucionario... El responsable de Malagón aludió a su obra “de falsificador” en 1977: “Voy a callarme el nombre, a silenciar la identidad del camarada que fabricaba nuestra documentación, ese camarada al que tantos debemos la libertad, y algunos la vida, porque eran los papeles que fabricaba o amañaba tan prodigiosamente parecidos a los auténticos que nadie podría sospechar de ellos". Ha muerto rodeado de los suyos, de sus hijos, de sus nietos, de sus vecinos y camaradas de Parla.
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