Trabajan siete días a la semana en condiciones ínfimas de higiene y seguridad, sin vacaciones anuales, por debajo del salario mínimo y para colmo, con penalizaciones económicas cuando la faena no sale a flote. Estas son las condiciones habituales de cualquier empleado que haya tenido la desgracia de nacer en China y esté fabricando brazaletes a destajo para la buena causa de una ONG occidental… Y por aquí quejándonos de la generación mileurista.
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