La señora Ormiston, enfurecida con un joven llamado Winston Churchill, le dijo en público: “Winston, si yo fuera su esposa, le pondría veneno en el té”; a lo cual respondió el futuro premier británico: “señora Ormiston, si yo fuera su marido, tenga por seguro que me lo bebería”. Ante el inminente debate sobre el estado de la Nación, una catedrática de la Universidad Complutense de Madrid explica los trucos retóricos más frecuentes de los políticos en este tipo de debate... y por qué el humor y la ironía no se encuentran entre ellos.
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