La idea de algunos vecinos de Barcelona de alquilar su balcón durante la visita del Pontífice para sacarse un dinero extra no ha tenido éxito.El alcalde de Barcelona calculó que la visita generaría a la ciudad cerca de 30 millones de euros. Muchos comercios no lo tienen tan claro. Ni siquiera esperan hacer el agosto las empresas de souvenirs: la zona más próxima al templo estará blindada.Los bares no podrán instalar sus terrazas fuera, en su lugar habrá sillas para seguir la ceremonia. Las plazas hoteleras solo se han ocupado al 75%
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