Vaya por delante que escritores tan poco sospechosos de simpatía por la Iglesia Católica como Gonzalo Puente Ojea (Elogio del ateísmo, El mito del alma o La religión ¡vaya timo!) o Pepe Rodríguez (que acaba de reeditar Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica) creen que sí existió. Yo no, y la mía es una posición minoritaria. Quizás ahora está un poco más extendida gracias al documental El dios que no estuvo ahí (el que Peter Joseph pirateó sin miramientos en Zeigeist), pero tampoco mucho.
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