El problema del impuesto del patrimonio es determinar quiénes son los ricos, porque hay ricos de muchas clases. En uno de esos ejercicios de simplificación populista a que es tan propensa nuestra opinión pública, se ha puesto de moda exigir de los ricos una contribución fiscal especial para hacer frente a las dificultades de financiación del Estado de bienestar. Que quienes menos han sufrido las consecuencias de la crisis hagan una aportación suplementaria de sus recursos a la comunidad; lo reclaman tanto la equidad como la suficiencia.
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