Primero, llegó el anuncio norteamericano que sostenía que el Gobierno ruso estaba preparando una provocación en territorio ucraniano que justificara su invasión. Eso que se suele llamar «un ataque de falsa bandera». No se aportaron pruebas concretas sobre la operación. Unos días después, fue el Gobierno británico el que denunció otro supuesto plan secreto. En esa trama, Moscú estaría intentando colocar en el poder en Kiev, obviamente por la fuerza, a un dirigente ucraniano cercano a las tesis de Moscú. Incluso daban su nombre, Yevhen Murayev.
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