Por ello, la Unión Europea se ha esforzado en reducir su dependencia del Kremlin en esta materia, importando menos gas natural ruso, diversificando sus proveedores y apostando por el gas natural licuado. Sin embargo, aún hay mucho trabajo por delante: los datos señalan que Europa ha importado en 2022 más gas natural licuado ruso que en el 2021. El hecho de que la mayoría de contratos de abastecimiento sean a largo plazo, dificulta una inspección exhaustiva para descartar el gas natural licuado que proviene de Rusia y que llega a Europa.
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