Si me hubiesen dado un céntimo por cada vez que he escuchado "es absolutamente imposible que lleguemos a la fecha de entrega" y finalmente no haya sido así, estaría disputando a Amancio Ortega el puesto del hombre más rico de España. Conocemos bien lo que pasa entre un momento y otro. Horas extrísimas, chapuzas a las que se les da el visto bueno porque no cabe otra, trabajadores que van cayendo enfermos de estrés uno tras otro como relevos en el frente de una guerra de trincheras
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