Tenía solo 5.000 seguidores en Instagram cuando la culturista y trabajadora social Morgan Mikenas decidió un día que perdía demasiado tiempo depilándose antes de ir al gimnasio. En primavera de 2016 tomó la decisión de no volver a utilizar ninguna maquinilla para rasurarse y dejar que la naturaleza siguiese su camino. El resultado ha sido una reacción brutal en sus redes sociales. Hoy tiene ya casi 30.000 seguidores y tropocientos trolls y detractores.
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