La difusión en Facebook de imágenes íntimas de una usuaria del robot aspiradora revela que la IA funciona en parte gracias a una legión de trabajadores fantasma. Los etiquetadores son pieza fundamental y silenciosa de la IA: se conectan a ciertas plataformas en las que escriben manualmente lo que aparece en la imagen, identifican y señalan contenidos potencialmente problemáticos o ayudan a mejorar la tecnología de reconocimiento de voz... La IA es menos automática de lo que se predica y la economía de plataformas ha asumido cotas insospechadas.
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