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Estatuas vivientes, arte callejero

No se sienten mimos y reivindican el valor artístico y de denuncia de su trabajo. Las estatuas vivientes pueden llegar a cobrar 1.200 euros al mes. Inmóviles, observan el teatro de la vida. Cada moneda que le lanza un transeúnte es una "entrada" a su teatro privado. El bote con la recaudación lo tiene atado para evitar el pillaje. Karen se siente respetada por su trabajo. No ha padecido faltas de respeto, quizá "porque mi personaje impone", comenta. Uno de los motivos por los que sigue en la Rambla es su "buen clima".

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menéame