Los antiguos egipcios esperaban ávidamente las crecidas estacionales del río Nilo. Sabían que este fenómeno iba acompañado de la fertilización de los campos aledaños y de prosperidad. Por ello, el Nilo era profundamente respetado y venerado. En la actualidad, nuestra relación con los ríos ha dado un giro de 180 grados. Ahora los vemos como elementos hostiles a los que hay que domar y confinar, ya que de lo contrario pueden desatarse y destruir nuestros campos de cultivo e infraestructuras.
|
etiquetas: restringir , crecidas , ríos , cultivo , campo