Velos negros y de colores, melenas al aire, mezquitas, discotecas y macdonalds. Daniel, un profesor alemán que trabajó en Estambul, confesaba no saber realmente como son los jóvenes turcos: ¿Son más fans del Corán o más feligreses de MTV? A través de una secretaria, él supo que varios de sus alumnos habían vendido su iPod para pagarle un aborto a sus novias. Muchos de ellos siguen yendo a la mezquita. Estambul siempre ha sido una encrucijada. Hoy es un mosaico de paradojas. La protagonizada por gays y transexuales es una de las más increíbles.
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