Sin embargo, lo que leyes como la vomitable Ley Sinde española, o las leyes PIPA y SOPA norteamericanas (éstas de implantación mundial, aunque suene a la clásica bestialidad a que nos tienen acostumbrados estos iluminados), lo que pretenden en realidad es nada más que la protección de los intereses de las todopoderosas multinacionales, fundamentalmente del cine –el mayor y más perverso conglomerado de desinformación y entontecimiento general-, de las discográficas –las productoras universales idiotizantes del ta-ta-chunda- y, cómo no, del soft.
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