Vike-Freiberga criticó sin pelos en la lengua la manera como se está llevando a cabo el proceso de elección de los dos puestos más importantes de la UE, el de presidente del Consejo Europeo y el de jefe de la Política Exterior. Se quejó de que se intentara actuar como antes, cuando la UE la constituía «un pequeño club de seis amigos». No era admisible que la elección de esos puestos previstos en el Tratado de Lisboa se cocinara, a puerta cerrada, entre la canciller Merkel y el presidente Sarkozy.
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