Son los restos visibles del boom inmobiliario, un símbolo del error, cicatrices que perviven casi 20 años después en el paisaje urbano. No es posible saber con exactitud cuantas quedan, pero si sabemos que la mayor parte, un total de 13.000 en todo el país, pertenecen ahora a la Sareb, la entidad pública que absorbió los activos tóxicos que asfixiaban el sistema bancario.
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