Los electrones son los responsables de que la Tierra rote cada 24 horas y que la Luna siempre nos dé la misma cara. A través de la función de onda de espín y gracias al acople de la decoherencia cuántica con los núcleos de los átomos que forman la corriente de Foucault que se encuentra bajo el manto, dotan a la Tierra de su característico campo magnético. La interacción spin-tensor con el campo electromagnético de la Luna hacen las veces de un potente imán capaz de arrastrar a la Luna e inhibir su tendencia natural a caer hacia la tierra.
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