“Siento una profunda vergüenza”, declaró Esperanza Aguirre ayer en una rueda de prensa sobre la detención del que fuera su mano derecha, Francisco Granados, en la ‘operación Púnica’, una macrorredada contra la corrupción en la que se han producido 50 arrestos y casi 300 registros. Tras la rueda de prensa, según han informado fuentes cercanas a Aguirre, la presidenta del PP madrileño se ha encerrado en su despacho, donde ha procedido a abandonar su forma humana y recuperar su aspecto original “hasta que todo se calme”.
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