Como miles de españoles, Jesús Rodríguez llegó a Venezuela a ganarse la vida en un país que lo prometía todo, hace años. Le fue bien. Con esfuerzo montó un taller metalúrgico y más tarde compró unas tierras en el estado de Aragua. Hoy, a sus 64 años, le han robado su finca y piensa en cerrar su empresa. Y si no fuera porque tiene a sus hijos en Venezuela, regresaría a España. Todo por la política de expropiaciones forzosas puesta en marcha por el caudillo venezolano, Hugo Chávez, para acabar –según él– con los latifundios.
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