El Subaru BRZ es el ejemplo perfecto de la progresiva desaparición que están sufriendo los coches deportivos. Simplemente no tienen interés en un mercado que cada vez se fija menos en las prestaciones y la deportividad debido a una suma de factores socioeconómicos. Pero la cosa va más allá. La mayor parte de los coches realmente potentes que hay en el mercado ya son eléctricos, y la gente les da completamente la espalda, aún más si cabe, que a los caros coches de combustión.
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