Ser ingeniero en este país no vale pa na. De verdad. Los arquitectos estrella, que tanto gustan a las Administraciones, son los que crían la fama. Las constructoras, que ejecutan las obras, las que cardan la lana. Y nosotros, que participamos en el diseño con los primeros, supervisamos la actividad de los segundos, ejercemos tareas de control sobre el conjunto de los proyectos y asumimos la responsabilidad de que no haya errores somos, al fin y a la postre, los los prescindibles. De verdad, dan ganas de tirar la toalla.
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