Nuestros gobernantes insisten en que España no es Grecia. Y tienen razón. Allí se ha suicidado quien dijo que no quería recoger comida de la basura. Aquí se ha prohibido, ¡hasta con multa de 700 euros!, que los hambrientos rebuscaran en la basura. Allí miles de personas están rindiendo homenaje al suicidado; aquí, casos semejantes, como el reciente en Levante, no pasan de un suelto de periódico. Allí el pueblo se ha manifestado contra esta crisis estafadora muchas más veces, y en un número mucho más elevado.
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