Vivo en un pequeño pueblo de las afueras de Madrid. A dos kilómetros, hay otro pueblo algo más grande. Hasta hace poco, disfrutaba de un centro de salud con urgencias. La Comunidad de Madrid cerró las urgencias hace unos meses. Ahora hay que acudir al Hospital Universitario Infanta Sofía, con escaso personal y saturación de pacientes. En una ocasión sufrí un cuadro de hipertensión y coincidí en urgencias con una antigua alumna que sufría peritonitis. Tardaron cuatro horas en atenderla y yo me marché a otro hospital tras una espera algo mayor.
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