La involución que ha sobrevenido a este país con la excusa de la crisis catalana debería hacer sonar los timbres de todas las alarmas. Tanto como el retrato deplorable de una parte de la sociedad, irracional y vengativa, que ha emergido. La factura va a ser impagable. Ni Javier De Lucas, ni yo, hemos recibido ninguna citación judicial, ni estuvimos en esa asamblea, ni en esa ciudad, ni hicimos otra cosa que manifestar en Twitter la opinión que nos merecía ese cerco. Como otros miles de personas. Como Garzón y Echenique con todo el derecho
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