Los captores que nos han secuestrado, muestra evidente de los genes más ambiciosos del ADN social, son una parte del acto delictivo que cometen cada día, nuestro secuestro, el secuestro de nuestros derechos. La otra parte, sin duda, la constituyen los cautivos que alegremente hacen caso omiso de quien no tiene un techo (de quienes no lo tienen, en plural, porque ya son más de 25.800 personas las que viven en la calle, sin un techo) y se dejan secuestrar.
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