A finales del año pasado parecía inevitable que España pidiera el rescate internacional. Ahora, tras un rally sostenido de la deuda del país, los inversores no están seguros. El efecto calmante de la promesa del Banco Central Europeo en septiembre de comprar bonos españoles en el mercado secundario en el caso que Madrid solicitara la ayuda financiera, ha provocado un impulso alcista que los inversores no están dispuestos a desafiar.
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