Todos los síntomas apuntan ahora a una crisis tan fuerte como la previa a la última recesión. El segundo semestre de 1992, la antesala a la ‘catástrofe’, es demasiado similar al escenario actual. Abrir la caja del déficit ha puesto la puntilla a las serias complicaciones. Nadie, ni siquiera el Gobierno, tiene duda ya de que España vive una de las peores crisis de su historia reciente. Los ingredientes son más que indigestos para un país que ha basado su fuerte dinamismo en una sola receta: crédito consumo caprichoso y construcción especulativa
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