Un grupo de astrónomos ha captado, desde el radiotelescopio australiano de Parkes, otro de los «grandes», una señal del espacio profundo que les mantiene intrigados por su inusual intensidad, «que desafía toda explicación». En realidad, la emisión se registró hace seis años, pero fue descartada sistemáticamente porque se pensó que, por potencia, se trataba de una interferencia proveniente de la Tierra o producida por un satélite artificial.
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