Los españoles están a punto de suscribir una de las mayores hipotecas de su historia: 100.000 millones de euros para el rescate de unas cuantas entidades financieras. Pero todavía no han tenido oportunidad de leer el contrato. Ni la letra grande ni la pequeña. Y como si se tratara de otra venta fraudulenta de preferentes, el Gobierno parece dispuesto a que los contribuyentes no descubran las consecuencias de su firma hasta que la operación sea irreversible.
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