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En 2014, aquejada de los sangrados que tenía entre los periodos menstruales y después del coito, Vicky Phelan fue al ginecólogo antes de la revisión que tenía programada y le informaron de que padecía cáncer de cuello uterino: los exámenes detectaron un tumor primario del tamaño de una pelota de golf, así como múltiples metástasis en los ganglios linfáticos. Por otra parte, Phelan, de cuarenta y pocos años y madre de dos hijos, trabajaba en un centro de alfabetización en una universidad de Waterford y gozaba de buena salud.
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