El artista madrileño Ismael Alabado se ha hecho famoso no por su arte, sino por torturar grillos hasta la muerte, algo que a él le parece arte.Quiso representar la fugacidad de la vida y pegó con silicona 1.000 grillos vivos en las paredes de una sala de exposiciones de Cáceres. Su idea artística era que los insectos se fueran muriendo poco a poco por inanición para que los visitantes reflexionaran sobre lo transitorio de la existencia. Relacionada
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