Los resultados de las elecciones pasadas muestran que la respuesta de algunas capas sociales ante la crisis económica es refugiarse en el nacionalismo o patriotismo, como forma de sentirse arropados por el grupo. Los xenófobos llegan a los ayuntamientos de las zonas obreras de Cataluña, los abertzales triunfan en el País Vasco, los populistas locales y los neoespañolistas se consolidan. Incluso en el caso del Partido Popular, cuanto más extremista el candidato, más apoyo recibe. ¿Cómo cambiar esa dinámica?
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