La “Era de Hobsbawm” toca a su fin. Quedarán los libros, centenares de artículos y conferencias. Es posible que alguien, por vez primera, se acerque a sus textos. Los mayores pasarán el plumero por las estanterías y recordarán qué pensaban, illo tempore, cuando leyeron a E.H. Los nuevos lectores disfrutarán. A otros muchos, este gentleman comunista les seguirá dando pavor. O quizá sea su propia sombra, ahora gris marengo.
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