Hoy, es Ucrania; ayer, fue Siria; antes de ayer, Egipto. La cosa va por modas. Los medios nos van encajando las desgracias, una después de la otra. Como si el planeta solo pudiera mantener una fatalidad mundial de cada vez. Como si medios y espectadores fueran comparsas encargados de poner allí el foco, de iluminarlas hasta su plena combustión y pasar a la siguiente con la conciencia tranquila y la frente muy alta. Bien, pues resulta que Egipto está muy lejos de ver la luz y que Siria entra ya en sus casi tres años de guerra civil.
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