Encabezo esta columna con la palabra mall (pronúnciese mol), pues, de lo contrario, algunas lectoras de esta revista que aún creen que las cosas son mejores si se nombran en inglés no sabrían que me refiero a los centros comerciales. Hablo, pues, de esas extensas construcciones que albergan toda suerte de tiendas, almacenes, restaurantes, salas de cine, baños, supermercados, parquecitos infantiles, canchas de bolo y de pádel, bancas de reposo y parqueaderos. Son ellos los bisnietos de la plaza de mercado, ágoras de marchantas cuyos costales y
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