En España todavía tenemos sistemas de producción de alimentos basados en los bienes comunes, tales como el Tribunal de las Aguas de Valencia, las cofradías de mariscadoras de Andalucía, los montes vecinales en mano común de Galicia o el pastoreo comunitario leonés. Más de 7.500 familias agricultoras todavía se ganan la vida en tierras de propiedad colectiva. Los comunes históricos sobreviven, a pesar de las ansias de quienes todo lo híperprivatizan.
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