El rigor del invierno y el frío cálculo de los recortes sanitarios maltratan a los enfermos que acuden a las urgencias del hospital Sant Jaume de Calella (Maresme). Vestidos con finas batas que dejan a la vista buena parte del cuerpo y obligados a taparse con toallas porque no hay suficientes mantas, muchos son atendidos en los pasillos, donde esperan un ingreso en planta que puede tardar varios días. Los más afortunados tienen cama para acostarse y soportar el dolor.
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