Un grupo de arqueólogos descubrió, en la céntrica región italiana de Toscana, el esqueleto de una supuesta bruja de 800 años con siete clavos en su mandíbula. Los restos de la mujer se encontraban sin envoltura, ni urna. Más clavos se hallaron enterrados en el suelo a su alrededor, probablemente incrustados en su ropa. Los investigadores señalan que la presencia de los clavos tendría que ver con la creencia de que impedirían que la mujer pudiera resucitar.
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