En este momento hay sólo 35 diputados con dedicación exclusiva. El resto compatibiliza el escaño con distintas actividades, desde un despacho de abogados a la participación en tertulias de medios de comunicación, conferencias o actividades docentes. Oficialmente, toda actividad remunerada al margen de la de diputado debe ser expresamente autorizada; pero se ha aplicado siempre un criterio laxo. Pese a que en el Parlamento se pide luz y taquígrafos y se invoca la transparencia, es una de las instituciones más opacas.
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