El bloqueo se ha regido por una lógica siniestra y arbitraria. Se permitía la entrada de harina, azúcar, sal y aceite, pero no la de jenjibre, vinagre, mermelada, chocolate, galletas, refrescos y zumos. Se prohibía la carne fresca pero se aceptaba la congelada. Se autorizaban los piensos mientras se impedía el acceso de ganado, pollos, caballos o burros. No se podían hacer llegar a Gaza instrumentos musicales, juguetes, periódicos, lapiceros, papel A4 o máquinas de coser, pero sí papel higiénico, champú, detergente, limpiacristales, mopas...
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