El debate del aborto parece no acabar nunca. Aunque las filas de la derecha no sólo se nutren de integristas religiosos, esa minoría es poderosa y tiene potentes altavoces. Se llaman a sí mismos “provida”. Consideran vida a esas células palpitantes cuyo decurso morfológico es interrumpido por el aborto. Ese debate, por supuesto, es inacabable (y un poco tedioso). Es curioso, sin embargo, que un amasijo de células deba tener prioridad sobre la existencia concreta y palpable de la madre que las alberga.
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