Una vendedora de consméticos ha salvado a mil mujeres condenadas a muerte en Etiopía por sufrir fístula obstétrica. El olor a orín y heces que provoca la incontinencia de la fístula obstétrica (lesión entre la vagina y la vejiga o el recto por obstrucción del parto, violación o mutilación genital), hace malditas a las mujeres que recoge. "Las he tenido casadas con 5 años, como Kadiya que alumbró con 12 años un hijo muerto en un parto imposible que la dejó una fístula espantosa. En los mil casos que he tratado, sólo tres bebes vivieron."
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