Resulta muy difícil no conmoverse al ver a la mona Vanilla viendo el cielo por primera vez tras pasar toda su vida enjaulada. Su cara lo dice todo. No hay dudas de que la chimpancé queda absorta ante la inmensidad. Dwight, su congénere y macho alfa de su comunidad, parece captar sus dudas (o emoción) y la tranquiliza dándole un cálido abrazo.
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