Si de verdad el Gobierno está preocupado por las protestas en las calles, por la imagen exterior de España y por la peligrosa fractura social que se está abriendo, ya está tardando en cambiar de estrategia. La respuesta policial ante el 25S ha sido brutal, desproporcionada y contraproducente. No se apagan los incendios con gasolina. En ningún momento la movilizaciónn de ayer fue una amenaza real ni para la democracia ni para el Parlamento ni para sus señorías.
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