El Mark I, primer tanque de la gran guerra en entrar en combate, se estrenó en el frente de Somme. El motor ocupaba prácticamente la totalidad del tanque y compartía el mismo sitio que sus tripulantes con lo cual el calor provocado por el motor podría alcanzar mas de 50 ºC en el interior del vehículo. La tripulación corría el riesgo de desmayarse y morir asfixiado en el interior. Las balas rebotaban en el exterior, pero la parte interior del blindaje se abollaba y saltaban esquirlas y remaches, por todos lados.
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