Los dictadores carecen de sentido del humor. Son seres demasiado inseguros para soportar chistes y bromas a sus expensas. Solemnes y patéticos, estos sujetos se sienten en la necesidad de tomarse a sí mismo demasiado en serio “para no perder autoridad”, según ellos. Muchos menos tolerable ha sido el sentido del humor en estos gnomos espirituales que se han entregado al paroxismo del culto a la personalidad. Sin embargo, de esta siniestra colección de sátrapas uno destaca por haber poseído una especie de “sentido del humor” bastante extraño .
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