El prefijo post está de moda tras el éxito de uno de sus últimos productos, la posverdad. Tanta popularidad, claro, le está quitando cierta gravedad: unido al periodo más importante de nuestra historia, da como resultado posfranquismo, un concepto que habría sido muy serio en su momento, pero que, en pleno siglo XXI, solo puede ser una bufonada. Una palabra destinada a recordarnos que la historia se repite como comedia y nos hablaría de una pseudodemocracia dirigida por un gallego de derechas en la que se encerrara a los disidentes. Impensable.
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