Hacia 1930, cuando nadie era capaz de imaginar que un disco con aspecto de oblea llegaría a albergar una biblioteca entera, apareció la más famosa enciclopedia para niños del siglo XX. Se llamaba El Tesoro de la Juventud, y aún hoy la evocan con nostalgia muchos octogenarios que dedicaron largas horas a descubrir el mundo a través de sus 7.172 páginas. Pero no solo ellos. También sus hijos y sus nietos leyeron, hurgaron u hojearon la enciclopedia.
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