El Rey vendió a finales de 2008 al jefe de la patronal madrileña, Arturo Fernández, íntimo amigo del monarca y dueño del grupo hostelero que lleva su nombre, el Maserati Quattroporte que le había regalado un jeque árabe, valorado en más de 150.000 euros. Fuentes muy cercanas al presidente de la Confederación Empresarial Independiente de Madrid (CEIM) y vicepresidente de la CEOE han revelado a El Confidencial que éste pagó a Don Juan Carlos casi 100.000 euros por el automóvil de fabricación italiana.
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